miércoles, 24 de octubre de 2012

TESTIMONIO DE ANA

Mesa redonda sobre el cáncer de mama
Celebrada el 18 de octubre de 2012 en el salón de actos de la CAI en Teruel
 por el “Día contra el cáncer de mama” (19 de octubre)

Hola, me llamo Ana Soriano.  Soy una mujer de 70 años y hace diez me diagnosticaron un cáncer de mama. Me gustaría contaros mi experiencia con la enfermedad.
El 23 de junio estábamos en mi pueblo celebrando una fiesta un tanto insólita. He de deciros que allí había hace muchos años unas de las minas de azufre más importantes de España y, al cerrarlas, los mineros tuvieron que marcharse a trabajar a distintos puntos de la península; sin embargo, una vez al año se reúnen donde tenían sus raíces y, en la ermita, que todavía se conserva, hacemos una comida de hermandad todos juntos.
Yo me considero una persona más bien aburrida, pero mi marido era muy cantador (digo era, porque a partir de ese día, no lo ha vuelto a hacer)… Ese día él cantaba y yo, que nunca lo he hecho, canté con él y estuvimos de fiesta toda la tarde.
Esa misma noche regresamos a Teruel. Se acostaron mis hijos y mi marido y, yo, que por prescripción del médico, al tener mucho pecho, me aconsejó que durmiera con sujetador, me puse otro más cómodo y noté una cosa tan rara debajo de la mama izquierda, que en ese momento algo en mi interior me dijo que era grave, pero al estar todos dormidos, no dije nada.
A las cuatro de la madrugada todavía no me había dormido. Entonces se despertó mi marido y le dije: “Deja los planes que tengas para mañana, porque… ¡mira lo que tengo aquí!”.
Hacía tres meses que me habían hecho una mamografía y salió todo bien, pero quizá, al estar tan oculto, tener tanto pecho y estar pegado a las costillas, no pudieron cogerlo en las placas de la mamografía y no salió nada raro, o tal vez se formó después…¿quién sabe?
Al día siguiente, lunes, fuimos al médico de cabecera a la que le tengo una gran confianza y, al verme, me animó mucho. De todos modos, enseguida me mandó a hacerme una punción.
El martes me la hicieron y, el miércoles, que nos habíamos ido otra vez al pueblo, llamó la médico a casa para decirme lo que había. Estaba en casa mi hija la menor y ella fue la primera en llevarse un susto grandísimo, pues era un mazazo enorme para toda la familia.
Al llegar nosotros por la noche, me abrazó y me dijo: “Mamá, tienes que quitarte ese quiste”, y en su cara se veía tanto dolor que yo pensé que era muy grave.
En el Hospital Obispo Polanco ya nos estaban esperando para darnos ánimos y acompañarme a hacer las pruebas necesarias para operar… Nunca podré agradecerles a las personas que me acompañado el apoyo tan grande que tanto a mí como a mi familia nos han dado y lo siguen dando.
Después teníamos que ir al cirujano, que al ver los resultados de las pruebas me preguntó:” ¿Usted sabe qué es lo que tiene?” Y le contesté: “Sí, señor, un tumor maligno”. Me dijo:”Qué peso me quita…, y, ahora, vamos a hablar claro: si le quito media mama necesitará radioterapia y quimioterapia, y si es entera, sólo quimio”.  Yo, sin pensarlo más, le dije:”Entera”. Me miraron mis hijas y mi marido muy angustiados y el cirujano insistió: “Tenga en cuenta que eso es muy duro…” Y le contesté que verme con media también sería difícil de llevar.
Me operaron. Todo fue muy bien y la recuperación muy buena, pero al darme el alta de la residencia sanitaria me puse la ropa que llevaba antes de operarme y, al verme tan mutilada, rompí a llorar y las personas que me acompañaban en la habitación no pudieron contener las lágrimas.
Una vez recuperada de la operación faltaba el segundo calvario: la quimioterapia. Fuimos a la consulta de Oncología, dónde hay unos grandes médicos.  Yo ya conocía a uno de ellos, porque había sido compañero de carrera de mi hija mayor, y había pasado a verme en la planta cuando su trabajo se lo permitía.  Eso me ayudó mucho en el primer contacto con este tratamiento, aunque he de decir que tanto él como las enfermeras me dieron un trato tan familiar, al igual que muchos otros enfermos, que por momentos se me olvidaba el problema que tenía.
Me dieron seis sesiones de quimio, luego el tratamiento y las revisiones… y, ya ven, aquí estoy llena de vida y, por los piropos que me dicen todos los que me conocen… “estoy mejor que nunca”. Yo creo que quieren animarme y, la verdad, es que lo están consiguiendo, pues de mi problema ¡casi ni me acuerdo!
Tengo que dar las gracias a todas las personas que me han ayudado a ver las cosas de distinta manera: en primer lugar y principal, a mi familia, a mi médico de cabecera y todos los médicos y cirujanos que me han ayudado, al equipo de oncología, a las psicólogas de la Asociación Española Contra el Cáncer y a mis amigos… ¡Muchas gracias a todos!
Y, para finalizar, y, aprovechando mi experiencia, les quiero avisar de la importancia de detectar a tiempo el cáncer, de hacerse exploraciones y revisiones periódicas y de no demorarse al notar el menor indicio. Ante cualquier duda debemos consultar con un especialista, no hay que tener miedo a las revisiones, no hay que temer a las mamografías, ya que ante todo: ¡PREVENIR ES VIVIR!”
¡Muchas gracias a todos por su atención!

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